Un corazón a distancia

Fue un amor que nació en la levedad de un clic,

un espacio lejano donde nuestras palabras
se tejían en un idioma único,
donde cada mensaje era un pedazo de cielo
que nos unía sin que el mundo lo viera.
No había distancias que pudieran romper
lo que se construía con cada risa compartida,
con cada secreto susurrado en la penumbra.

En tus ojos, aunque a kilómetros de mí,
vi un universo entero,
y mi corazón latía más rápido
por cada palabra que llegaba
como un suspiro en medio de la noche.
El amor no necesitaba estar cerca
para ser tan real,
y aunque no teníamos las manos para tocarnos,
nos rozábamos en pensamientos,
en momentos robados al tiempo.

Te quise en la quietud de lo no dicho,
en lo que se construía sin presiones,
en la suave espera de saber que, aunque el reloj corriera,
había algo más allá de las palabras,
algo que solo nosotros entendíamos.

A veces, el silencio hablaba más que cualquier conversación,
como si en la distancia se formara un lazo invisible,
un puente de emociones que cruzábamos
sin miedo a caer.
Fue un amor sin formas,
pero lleno de intensidad,
un amor que siguió siendo eterno
en los rincones del alma,
a pesar de que el tiempo nos llevó por caminos diferentes.

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