Reflejo de dos almas
Tus ojos verdes me hablan sin palabras,
como si cada mirada fuera un susurro secreto,
y en ellos encuentro el reflejo de lo que nunca supe que buscaba.
Mis ojos cafés te responden,
con la misma intensidad,
como si hubiéramos estado esperando
el momento exacto para encontrarnos
en este universo de miradas y silencios.
Ambos con pecas,
nuestras pieles blancas son el lienzo donde la vida dibuja historias.
Tú con las tuyas, como constelaciones dispersas,
y yo con las mías, como puntos de sol que se resisten a irse.
Cada manchita en nuestra piel
es una memoria que compartimos,
como un lenguaje solo nuestro,
como un mapa que no necesita ser leído
porque nos conocemos sin tener que hablar.
Cada vez que nuestras miradas se cruzan,
el tiempo se disuelve,
y no hay más espacio entre nosotros
que el que elegimos darnos.
Como si, al mirarnos,
todo lo que hemos sido y todo lo que seremos
se tejiera con hilos invisibles
que solo nosotros podemos ver.
En ti, mis ojos encuentran la calma,
y en mis ojos, tú descubres el fuego.
Es una conexión tan profunda,
tan pura,
como si nuestras pecas fueran las marcas
de un amor escrito en el cielo
que elegimos vivir en la tierra.
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