Lo que no fue...

 


Quizás lo supe desde el principio,
que lo que no se toca
es lo que más duele.
Un amor que nació de palabras
y quedó suspendido en el aire,
sin la posibilidad de tocar la piel,
de escuchar un susurro
en la cercanía de un abrazo.

Era un amor lejano,
como las estrellas que mirábamos,
y aunque sabíamos que existía,
sabíamos también
que la distancia no perdona.

No hubo promesas rotas,
solo el eco de algo que nunca se concretó,
y aún así, lo llevamos en el pecho
como si fuera un tatuaje invisible,
un recuerdo que se pierde
en la eternidad de lo no vivido.

Pero a veces, lo que no fue
es más grande que lo que pudo ser,
porque se queda en los recuerdos
como un "¿y si?"
que nunca encontrará respuesta,
y que, al final,
se convierte en parte de lo que somos.

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