Donde habita tu ternura
No eras solo un cuerpo pequeño,
eras un pedacito de cielo
que decidió quedarse conmigo un rato.
Con tus ojos decías más
que cualquier humano,
y en tu andar silencioso
dejabas estrellas esparcidas
sobre los días más grises.
Ahora duermes en un rincón invisible,
donde ya no duele,
donde el tiempo no corre
y las almas suaves descansan.
Te siento aún
cuando el mundo se queda quieto,
cuando mi pecho extraña
ese calor que solo vos sabías dar.
Te pienso
y algo dentro mío se acomoda,
como si tu amor
todavía tejiera refugios.
Si algún día los cielos se abren
y las almas vuelven a encontrarse,
yo sabré reconocerte,
porque el amor verdadero
no se olvida,
ni siquiera
cuando el mundo cambia de forma.
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